¿Cómo se atreven en tan solo
pensar no digamos a actuar para incrementarse, o digo recetarse, un incremento
de Q30 millones de quetzales a su presupuesto los señores del congreso?
Clientelismo, robo, negocios bajo
la mesa, intereses ocultos, malversación, y hasta violencia intrafamiliar, son
algunas de las situaciones que caracterizan a la mayoría de los señores
diputados.
Asesores, que ganan más de Q20
mil quetzales, mientras el pueblo se
muere de hambre; leyes que buscan detener
la corrupción son frenadas por los padres de la patria, por ejemplo, la Ley del
Enriquecimiento ilícito y aquella que elimina el secreto bancario. ¿Cuál es su
temor? ¿Qué esconden?
No cabe duda, que los señores
legisladores, están vendidos al mejor postor, y no representan al pueblo, a quienes
se deben y quienes les pagamos . Simplemente
llegan a la curul buscando negocios sustanciales para ellos, sus familias,
amigos o conocidos.
Aquellos que no conocen MIAMI o
las Europas, aprovechan la situación y así poder chilerear en su pueblo; otros
realizan negocios jugosos y se convierten en empresarios con el dinero del
pueblo, y otros simplemente, ponen la mano a ciertos personajes para que les
paguen por hacer favores o pactos.
Los partidos políticos son
trampolines que los colocan en la mejor situación para hacer sus negocitos; y
si les queda mejor irse al ejecutivo, no
dudan ni por un solo momento dejar su
curul y olvidarse de quienes lo colocaron en ese sitio para que representen sus
necesidades .
Ahora resulta que el Sr. Eduardo Meyer, debe cumplir con solo 3 años de
cárcel, y por supuesto eso será conmutable. No importa que haya desfalcado,
robado o hecho sencillo Q82 millones de
quetzales; finalmente eso lo puso el pueblo; qué más da. Aquí se favorece a los corruptos, ladrones y
delincuentes.
Pero aquel que robo una gallina
para darle de comer a sus hijos por no tener oportunidades en el país, puede
pasar hasta un año en la cárcel, si bien le va. Pareciera que todos los poderes
estuviesen en contubernio, tapándose sus engaños y robos.
¡Que poco vale la palabra de un
juez; que poco vale el honor de un diputado; que cinismo la supuesta labor de
muchos funcionarios!
Tarde o temprano se pasa la
factura, y si no que lo digan muchos de ellos; lacayos de ciertos sectores y al
final del camino: ¡ viles delincuentes!
Pero a pesar de ello, los guatemaltecos soñamos y creemos en un futuro mejor, con igualdad de oportunidades y fuera de estos oportunistas, malos guatemaltecos.